La Dra. Susana Mosquera, docente de la Facultad de Derecho, analiza la situación de la Cancillería peruana, tras la renuncia de Rafael Roncagliolo.
Por Aldo Chávez. 20 mayo, 2013.La salida de Rafael Roncagliolo del Ministerio de Relaciones Exteriores y la inmediata designación de Eda Rivas como su reemplazo, sorprendieron al escenario político. La doctora en Derecho Internacional de la Universidad de Piura, Susana Mosquera, analiza la implicancia de este hecho en el proceso que el Perú mantiene en La Haya y los retos que debe afrontar la nueva canciller.
¿Cuánto afecta la renuncia de Rafael Roncagliolo en el proceso en la Corte de La Haya?
No afecta nada. Muy poco puede hacer un ministro de Relaciones Exteriores cuando lo único que falta es la publicación de la sentencia. Si esto se hubiese producido antes –por ejemplo, cuando se realizaron las rondas orales– sí hubiese tenido una relevancia, pues el canciller es el que responde, se presenta ante la prensa y coordina el equipo.
Hay que resaltar que en este proceso puntual, el Perú ha realizado una política de Estado y no de Gobierno, pues el equipo jurídico que ha llevado el caso ante La Haya se ha mantenido desde la presidencia de Alejandro Toledo y de Alan García, lo cual garantiza la estabilidad de los argumentos de Perú en todo el proceso.
¿Cómo califica la labor del excanciller Roncagliolo?
Siempre tuvo un perfil bajo hasta que surgieron los incidentes en Argentina (cuando el embajador peruano recibió a una delegación del Movadef), Ecuador y Venezuela. Ha sido poco cuidadoso con la acción diplomática a veces, lo cual es extraño en una persona con un perfil de diplomático clásico, que conocía bien su sector desde el punto de vista jurídico y político. Asumo que las circunstancias externas, y ciertas presiones, lo llevaron a cometer deslices.
Algunos señalan que renunció porque se le venía una posible interpelación, ¿cree que es así?
Es lo que algunos sospechaban debido a los últimos incidentes que, aunque eran independientes, se dieron muy cercanos en el tiempo, como los impasses con Ecuador y Venezuela. Eran cuestiones que afectaban el desempeño del canciller, y la oposición lo iba a cuestionar. Con su renuncia, todos se han llevado una verdadera sorpresa. Sí creo que esta se relaciona con su salud, pero, indudablemente, detrás estaba un cierto miedo a una posible interpelación. Sin embargo, si esta se hubiese dado, creo que no hubiera tenido mayor problema para afrontarla con éxito pues los últimos incidentes diplomáticos se solucionaron de la mejor manera.
Muchos pedían que lo sucediera un diplomático de carrera, ¿sorprendió la designación de la exministra de Justicia?
Ha sorprendido, primero, la rapidez con la que se escogió a la reemplazante. Con ello, la Cancillería reconoce que el fallo en La Haya está cercano, y no se podía espera a conseguir una persona de carrera que sumase el consenso político.
Dentro del Ejecutivo, el agente que representa al Ministerio de Justicia es el sustituto natural del ministro de Relaciones Exteriores, sobre todo conociendo que lo que se viene es la interpretación de un fallo jurídico de un tribunal internacional. Nadie mejor capacitado para esto que un ministro de Justicia. Hay que considerar, además, que Eda Rivas es muy cercana a personas que trabajan en el ámbito de las instancias internacionales; recordemos que estuvo casada con el también excanciller, Diego García-Sayán, quien actualmente es miembro de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Probablemente esta cercanía ha motivado su designación.
¿Ha sido, entonces, una elección pensando en el fallo de La Haya?
La rapidez de la decisión y la designación de Eda Rivas dan a entender que esa es la razón. Algunas veces se suele aprovechar el momento para realizar una pequeña renovación del Ejecutivo, pero este no ha sido el caso.
¿Qué retos inmediatos debe afrontar la nueva ministra?
Lo primero es seguir con lo que Roncagliolo estaba haciendo: que la ciudadanía peruana conociera el actuar de la Corte de La Haya, cómo se llevaba el proceso y qué significaba el hecho mismo de que el Perú haya podido presentar el caso en esta instancia internacional y que haya sido aceptado. A corto plazo, debe recibir el fallo y lograr que la ciudadanía lo entienda, pues son fallos complejos que necesitan una lectura pausada, interpretada y, luego, explicada.
A nivel de Cancillería, tiene la tarea de potenciar el accionar dentro de la región, eso es algo que se maneja desde la política de Estado; debe lograr que el Gobierno accione desde su Cancillería líneas de trabajo que coordinen mejor el aspecto integrador en la región, sabiendo que eso puede ayudar al desarrollo del país.